Mérida, Yucatán

Nos dijeron que Mérida era una buena base para visitar las ruinas prehispánicas que están salpicadas por el estado de Yucatán, pero nadie nos advirtió que en las ruinas coloniales que salpican sus calles encontraríamos un espectáculo ¿apolillado?, ¿obsoleto?… la belleza de lo caduco no tiene nombre. El rancio misterio que encierran las casonas de paseo Montejo, dan a la ciudad personalidad. La ciudad blanca es una vieja decrépita que aún lleva puesto el fabuloso atuendo de sus años mozos; pero es en su decadencia que se aloja su glamour: los hongos, como grumos de rimel en unos ojos cansados, brotan de las comisuras de los ventanales opacos; las plantas se asoman entre sus grietas y trepan por las elaboradas molduras de cantera como pelos gruesos que crecen en las orejas; y la pintura craquelada, falla en maquillar la erosión de un rostro antaño glorioso. La ciudad crece, el tiempo la corroe y los hombres encuentran nuevos dioses qué admirar; las ruinas que alguna vez fueron templo de Kukulcán, Montejo o Regil, hoy alojan comercios vulgares y eventos sociales chocarreros.

– Carlota