Monumentos emocionales

Algunos van a la India a comer curry, otros a Londres a algún festival musical, a París a pasear por el museo de Louvre o a operarse a Corea del Sur. Yo vine a Berlín a ver a Carrie.

La gente viaja por multitud de razones, cada una de las cuales ha sido delimitada por la industria del turismo para facilitar su explotación. Así, contamos con el turismo cultural, gastronómico, de negocios, y hasta médico; pero algunas veces, nuestras motivaciones para viajar están fuera de estas categorías, sobre todo cuando visitamos, por decirlo de algún modo, monumentos emocionales: esos encuentros efímeros y únicos, que por su rareza se encuentran más allá de cualquier vulgar clasificación.  

Carrie y yo nos conocimos a los 14 años, estuvimos juntas en un internado en Irlanda tan sólo por un año, pero como en la adolescencia el tiempo y las experiencias son más significativos, fue suficiente para hacernos amigas y hermanas a la vez, suficiente para aprender el lenguaje de la paciencia y comunicarnos en algo parecido al inglés. Pasado el año, volví a México y eventualmente dejé de ser ese chapulín asustado e incomprendido, crecí y cambié; pero Carrie quedó congelada en mi cerebro con su uniforme verde de la secundaria. Tuvieron que pasar 16 años para que nos reencontramos en Berlín. Me preguntaba si seguiría siendo la misma y si nos seguiríamos llevando bien, cuando la vi acercarse: sigue siendo alta, pero ya no se joroba al caminar sino que avanza segura y elegante; compruebo que mantiene ese humor sarcástico (tan ingenioso y tan poco apreciado por las burdas mentes adolescentes) cuando me hace notar que en todos esos años no se ha encogido; tampoco ha disminuído su amor por la lectura y el dibujo desde que leía febrilmente El señor de los anillos y garabateaba sus cuadernos en lugar de hacer la tarea, sólo que ahora el arte y la literatura le ayudan a pagar la renta.

Mientras me despido de esta nueva Carrie le digo adiós a la antigua. Me gustaría viajar al pasado, mostrarnos esta foto y decirnos que todo va a salir de maravilla; pero ya han sido suficientes viajes en el tiempo por hoy.  

– Carlota